Puesto que toda la realidad que nos rodea es expresión de nuestra realidad interior, una sombra de nosotros mismos, toda circunstancia adversa, conflictiva o difícil, toda enfermedad propia o de otras personas, todo, absolutamente todo es una oportunidad para darnos cuenta, es una oportunidad de reconocer que algo en nuestro interior no está limpio y que necesita ser sanado, limpiado y mejorado.
Cuando sanamos nuestro interior, sanamos lo que le ocurre a nuestro alrededor.
Nuestras creencias sobre la realidad condicionan la propia realidad, puesto que realmente, espacio y tiempo no existen, y todo cuanto sucedió, sucede y sucederá forman parte de un mismo continuum espacio-tiempo como acertadamente está verificando y descubriendo la moderna física cuántica donde, entre otros, afirma que existen múltiples realidades simultánemente y que vivimos la realidad que escogemos vivir entre la multitud de opciones posibles y disponibles; y las escogemos segundo a segundo, momento a momento, aunque ignoramos que lo estamos haciendo: somos cocreadores de la realidad.
Vivimos una realidad que nos muestra los efectos de innumerables causas, y estas causas son los pensamientos, creencias e información almacenadas en nuestro subconsciente.
Cuando queremos sanar un efecto que nos parece indeseable, un conflicto social, personal, la enfermedad de un paciente, de un amigo, o propia, se nos hace imposible conocer la causa original que causó tal o cual efecto.
A nuestra mente racional e intelectual le es imposible acceder a esa información almacenada en el subconsciente, entre otros motivos porque procesa muy lentamente y la información propia y colectiva contenidas en el subconsciente es quasi ilimitada, de tal modo que tan sólo desde nuestra mente Supraconsciente podemos procesar tantísima información.
Así pues, accedemos a nuestra mente Supraconsciente cuando solicitamos a nuestro Niño Interior que contacte con la Divinidad, y desde este estado de consciencia de unión con la Divinidad se nos permite que afluya a nosotros esa Luz Divina que nos sana en nuestro interior, accediendo y limpiando las causas que originaron los efectos visibles en nuestra realidad, y en consecuencia, sanamos nuestro interior y vemos la sanación exterior de quienes nos rodean.
Todos somos seres de luz. Si nos acostumbramos a limpiarnos solicitando ayuda a la Divinidad, Ésta fluirá en nosotros y seremos seres de luz limpios, sin basura subconsciente. El estado máximo de limpieza del subconsciente es el estado que conocemos como de "Iluminación", sinónimo de que mucha o toda la luz Divina fluye en nosotros y en todos nuestros actos, pensamientos y emociones.
Con Ho´oponopono no necesitamos saber qué hay que sanar, la eficacia de la sanación depende del porcentaje de responsabilidad que asumimos sobre lo que está ocurriendo en el exterior y que deseamos sanar; somos los responsables de la sanación exterior porque somos los responsables de su existencia. La realidad existe porque nosotros existimos, nosotros sostenemos la existencia de la realidad y somos sus responsables.
Sólo asumiendo la responsabilidad total, al cien por cien, de lo que ocurre en nuestra realidad exterior podremos sanarla y con ello sanarnos a nosotros mismos.
MIGUEL ANGEL DARSHAN
(VOLVER AL ÍNDICE) (VOLVER A LA PÁGINA PRINCIPAL)